martes, 7 de octubre de 2008

Relato

El viernes celebré mi cumpleaños, la noche prometía de antemano, muchos invitados, sorpresas y regalos, nunca había disfrutado tanto. Hice una serie de llamadas, recibidas con encanto, en las ya se percibía el pelotazo. Eran las nueve y nadie había llegado, un par de cervezas, me dije, mientras tanto. Fueron más de dos, además de un cuervo blanco, para así relajar la tensión que me subía desde abajo. Nunca celebré tan por lo alto y es que tampoco fuera un despilfarro, unas cuantas cervezas repartidas a bocajarro. Con las canicas en las manos, bolas de cristal a modo de moneda de cambio. Poco a poco comenzó a llegar el personal, guapas y guapos, tal y como la chica de rojo que no puede faltar a ningún cotarro. Llegó la familia y llegaron los invitados poco a poco pero sin descanso...