martes, 22 de mayo de 2007

El dulce nombre

¿Será tan sólo la ilusión de un maltrecho corazón?
¿será, digo yo, que me muero por su amor?
tan sólo sé que se me ha deshecho el pecho
y descubierto mis heridas,
rescatándome a la vez del naufragio de esta vida.

Sus increíbles y rosados pétalos
se abren sin medida a la alegría de su risa,
todo un néctar para la vista.
Es como una suave y vespertina brisa,
que se escabulle por las rendijas,
como soplo de aire fresco entre cortinas.

Dulce es el sabor de la palabra,
aquella que dibuja su nombre,
tal que una caricia en la boca de cualquier hombre.

Viste de seda su pelo y en cada trazo corta el cielo,
desprende una fragancia de las que dejan sin aliento.
Y no es mentira ni exageración que reluce como mil rayos de sol,
sin medida, como una mágica visión desarmándome la vida.

Y el recuerdo de sus pechos enarbolando la artillería,
evocan el acecho de la más grande cacería,
créeme cuando digo que todo en ella es una maravilla.

martes, 8 de mayo de 2007

Amor, me quedo con la 2

Cierto día leí que el amor más puro y verdadero es el que baja desde la admiración y no el que sube desde la impresión... que cada cual entienda lo que quiera.

1.
m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
2. m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
3. m. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.
4. m. Tendencia a la unión sexual.
5. m. Blandura, suavidad. Cuidar el jardín con amor
6. m. Persona amada. U. t. en pl. con el mismo significado que en sing. Para llevarle un don a sus amores
7. m. Esmero con que se trabaja una obra deleitándose en ella.
8. m. p. us. Apetito sexual de los animales.
9. m. ant. Voluntad, consentimiento.
10. m. ant. Convenio o ajuste.
11. m. pl. Relaciones amorosas.
12. m. Objeto de cariño especial para alguien.
13. m. Expresiones de amor, caricias, requiebros.
14. m. cadillo (‖ planta umbelífera).

Una entre un millon

Una sensación es una sensación, y de esas hay un montón. Las hay agradables o desagradables, dulces o amargas, intensas o vagas, sosegadoras o desquiciantes, calmantes o dolorosas, en fin, las hay de todos los tamaños, gustos y colores, para todos y para todas, por aquí y por allá, nos persiguen a todas horas, durante todos los días, a lo largo nuestra vida. Una sensación es una especie de reacción física de nuestro cuerpo que nos provoca un estado determinado frente a un estímulo determinado. Aprendemos que la perdida de un ser querido nos provoca tristeza, conseguir alcanzar un objetivo nos produce alegría, el abrazo de un amigo nos reconforta, el olor de esa persona que amamos nos excita, el sonido de las olas en el mar nos relaja, así como la espera nos desquicia. Por instinto, siempre tendemos a buscar los estímulos que nos producen sensaciones que nos agradan y rehuímos de aquellas que nos disgustan, cabe decir que éstas siempre vienen solas, no hay que buscarlas, por desgracia. Pero hay que decir en su defensa que si no conociéramos esas malas sensaciones no sabríamos apreciar las buenas, igual que si no conocemos el día, nunca podremos disfrutar de la noche y viceversa.

La vida se compone de un variado de ellas, aunque tendamos a llenar la balanza de buenas sensaciones siempre habrá un determinado número de malas sensaciones que tendremos que aceptar o aprender que son necesarias. No hay nada totalmente negro, así como no hay nada totalmente blanco. Aprender esta premisa es básico para llevar una vida plena sin que la primera piedra que nos encontremos en el camino nos impida seguir el mismo. Siempre podremos hacer varias cosas con esa piedra, como rodearla, saltarla e incluso pisarla, todo depende del tamaño de la misma claro. Pero siempre nos encontraremos con más, a veces incluso parecerá que el camino está llenas de ellas. Y en el peor de los casos iremos descalzos, pero eso nunca nos podrá impedir seguir el camino, el abandono nunca es una opción. Porque, como he dicho antes, llegará el momento que el camino sea llano, sin piedras. Es posible que alguien que has encontrado en tu camino vaya desplazando esas piedras para que puedas avanzar sin tropezar, puede que hayas encontrado a alguien que se preocupa por tu bienestar y comprende que allanarte el camino sea su labor, en definitiva es posible que hayas encontrado el amor.

Pienso que el amor es una inconmensurable, a la vez que intensa, agradable, poderosa y dulce sensación que nos impulsa a la conquista de un corazón, que divide nuestro temor y multiplica nuestra pasión. Y quizás me halle en un error, pero creo que sin esa sensación no encontraríamos en la vida ninguna otra satisfacción, porque no hay nada más reconfortante, y esto es otra sensación, que amar y ser amado, sentir que puedes ayudar a alguien sin esperar nada a cambio. Apartarle esas piedras del camino porque se lo merece, sin entrar en juicios de valor. Si has tenido esa sensación, puedes decir que has encontrado a la persona, esa que es una entre un millón.

sábado, 5 de mayo de 2007

Cuestión de elección

Cambiar de vida no es fácil. Y es que al ser individuos acostumbrados a la rutina, caemos irremediablemente en la monotonía, siendo después incapaces de salir de la comodidad de una vida ya aprendida. Lo realmente fácil es adquirir hábitos, que en su versión negativa llamamos vicios. Una vez han sido adquiridos y aprendidos, ardua es la tarea de desprenderse de ellos, pero no imposible.

Los cambios, en este sentido, son más lentos; se trata, en definitiva, de desandar lo ya andado con el inconveniente añadido de que el regreso al camino correcto es mucho más costoso. Sería comparable con escalar una montaña, donde el esfuerzo que hay que realizar es mucho mayor que el que nos exige la bajada. Yo compararía esta última con la adquisición de vicios, mientras que la escalada sería el abandonarlos. Proceso que requiere un trabajo considerable, amén del desarrollo de virtudes tales como la constancia, la disciplina, responsabilidad y, sobre todas ellas, el deseo de lograr el objetivo marcado.

Partiendo de la premisa de que la VIDA es cambio, donde todo se transforma y nada permanece, teoría defendida por el filósofo Heráclito, s. V a.C., no podemos negar que el cambio es el motor de nuestra existencia. Si todo permaneciera igual o inmutable, qué aburrimiento. Pues bien, siguiendo esta teoría, no podemos ser menos y tenemos que asumir que los cambios son necesarios para continuar la evolución, aprender y seguir viviendo, de lo contrario podemos acabar igual que la turbia y pestilente agua de un estanque. El cuerpo se tranforma víctima de cada segundo, cada minuto, cada hora y cada día de nuestra vida; el tiempo nos va arrebatando lentamente nuestra belleza, nuestra juventud y, a poco que te descuidas, se nos ha ido la vida en forma de un último suspiro, anhelo de un lejano recuerdo que nos relega al olvido. Pero por otro lado nos regala sabiduría, experiencia y momentos vividos que nos sirven para crecer como individuos.

La naturaleza tiene su modo particular de cambiar, regida por las estaciones y marcada por un carácter cíclico, basado en las condiciones o circunstancias físicas específicas, que le afectan en mayor o menor grado, pero que son la causa de su tranformación. Estas circunstancias físicas, que permanecen inalterables, serían la cercanía o lejanía del astro dador de vida o el sol. Pero si hay algo que nos diferencia de este caso es que el individuo puede variar sus condiciones físicas a placer, es capaz de modificar su entorno y condicionarlo para adaptarlo a sus necesidades. En definitiva, el individuo puede ELEGIR, algo que ni el tiempo, en su constante desarrollo lineal puede hacer.

martes, 1 de mayo de 2007

Del infierno al cielo en dos párrafos...

Cuando aun me queda un mes y medio para empezar a disfrutar de mis vacaciones, puedo decir que este año ha sido, sin lugar a dudas, el más provechoso y sensato de mi vida. Y es que desde el verano pasado, más exactamente, desde julio de 2006, el sentido de mi existencia dio un giro de ciento ochenta grados. Anduve perdido durante poco más de dos años consecutivos, llegué a pisar el suelo del infierno, ese del que dicen está construido de buenas intenciones (?), y casi beso al diablo en una mejilla, me faltó poco para acabar maldito para toda la eternidad. Y es que, si no es porque ya no pude llegar más allá, el fuego me quemaba por dentro y por fuera, habría terminado removiendo ascuas a vete tú a saber qué clase de demonios.

Pero eso no ocurrió, quizá tardé un poco en darme cuenta de que ese no era el camino, aunque a veces, es decir, siempre me hacía creer que así era, porque más vale tarde que ciento volando aunque ande yo caliente o la mona se vista de seda. Mil y un argumentos me valían, exactamente el mismo número por los que ahora no me valen, y es que ya me lo dice mi padre, debí estudiar derecho... Soy capaz de convencer a cualquiera de cualquier cosa, puedo estar en ambos lados y los dos parecerme correctos, el cielo o el infierno, la playa o la montaña, el blanco o el negro, todo depende de las circunstancias.