domingo, 24 de agosto de 2008

Añoranzas

Una noche sin tu calor, ¿puede haber algo peor? Añorando la coordillera salvaje de tu cuerpo en la llanura serena de mi lecho, cautivo de un leve sueño intento sofocar ardientes fluidos que hasta ahora se antojaban sin dueño. Al tiempo le salen canas cuando no estás a mi lado, ralentizado y espeso parece como muerto, sin vida, en silencio. Aparto las sábanas y recuerdo tus manos curiosas que atrapan el calor irradiado de mi pecho, mientras las mías se enredan entre los ardientes mechones de tu pelo. Te extraño y todo sigue girando, no existe reparo, el mundo se hace pequeño y el amanecer viene sin sueño. ¿Adónde fueron los pájaros? Al cielo, cuando nos poseemos y en cada caricias de tus manos siento el placer en todo su apogeo. Un deseo, un abrazo y te hago entrega de mis sentidos, que reaparecen a través de tu encanto y desaparecen cada vez que te miro.

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